lunes, 24 de agosto de 2009

El aguaribay florecido

Muchachas de ojos de flores y de labios de flores. 
En la sombra exhalada -¿de qué su dulce hálito?-  

los vestidos ligeros, muy ligeros, con pintas.
   
Arde de abejas el aguaribay, arde.
  
Ríen los ojos, los labios, hacia las islas azules
a través de la cortina
de los racimos
pálidos.
  
Ríen los ojos, los labios. ¿Veis las muchachas o es
la tenue sombra ebria
y bordoneada 
que se alucina de muselinas claras 
y de otras flores vivas –extrañas flores vivas- 
riendo, riendo, riendo hacia las islas? 
   
Muchachas de ojos de flores y de labios de flores.     

Arde de abejas el aguaribay, arde.

 
Juan L. Ortiz, La mano infinita, 1951.

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