jueves, 22 de julio de 2010

The thing I am

He olvidado mi nombre. No soy Borges

(Borges murió en La Verde, ante las balas)

Ni Acevedo, soñando una batalla,

Ni mi padre, inclinado sobre el libro

O aceptando la muerte en la mañana,

Ni Haslam, descifrando los versículos

De la Escritura, lejos de Northumberland,

Ni Suárez, de la carga de las lanzas.

Soy apenas la sombra que proyectan

Esas íntimas sombras intrincadas.

Soy su memoria, pero soy el otro

Que estuvo, como Dante y como todos

Los hombres, en el raro Paraíso

Y en los muchos Infernos necenarios.

Soy la carne y la cara que no veo.

Soy al cabo del día el resignado

Que dispone de un modo algo distinto

Las voces de la lengua castellana

Para narrar las fábulas que agotan

Lo que se llama la literatura.

Soy el que hojeaba las enciclopedias,

El tardío escolar de sienes blancas

O grises, prisionero de una casa

Llena de libros que no tienen letras

Que en la penumbra escande un temeroso

Hexámetro aprendido junto al Ródano,

El que quiere salvar un orbe que huye

Del fuego y de las aguas de la Ira

Con un poco de Fedro y de Virgilio.

El pasado me acosa con imágenes.

Soy la brusca memoria de la esfera

De Magdeburgo o de dos letras rúnicas

O de un dístico de Angelus Silesius.

Soy el que no conoce otro consuelo

Que recordar el tiempo de la dicha.

Soy a veces la dicha inmerecida.

Soy el que sabe que no es más que un eco,

El que quiere morir enteramente.

Soy acaso el que eres en el sueño.

Soy la cosa que soy. Lo dijo Shakespeare.

Soy lo que sobrevive a los cobardes

Y a los fatuos que han sido.


J. L. Borges, Historia de la Noche, 1977

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