Se sintieron afligidos por la separación.
No la habían querido fueron las circunstancias.
Necesidades vitales obligaron a uno de ellos
a irse lejos Nueva York o Canadá.
Su amor, ciertamente no era el mismo de antes:
la atracción poco a poco había disminuido,
la atracción grandemente había disminuido.
Pero la separación no la habían querido.
Fueron las circunstancias O, quizá, como un artista,
apareció el Destino, separándolos antes
que muriera el amor, antes que los cambiara el tiempo.
El uno para el otro será siempre el que había sido:
el apuesto muchacho de veinticuatro años.
C. Kavafis
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