domingo, 23 de agosto de 2009

“Dompna pois de me no’us cal”

                                                                                                                                  Del provenzal de En Bertrans de Born

Señora, como nada os preocupo,
y como me habéis apartado de vos
sin ningún motivo,
no sé adónde dirigirme,
pues ciertamente,
nunca volveré a recoger
tan rico gozo, y si ya nunca encuentro
a una dama cuyo aspecto le hable
a mi deseo como el vuestro, vos a quien he perdido,
yo no tendré otro amor a ningún precio.

Y pues no puedo encontrar otra de vos pareja,
ninguna tan hermosa, ni de tal corazón,
tan viva y vehemente,
ni con tal arte
en el vestir, ni tan alegre,
ni dotada de tal liberalidad ni tan veraz,
iré buscando por ahí,
escogiendo de cada una un rasgo hermoso
para hacerme una dama ideal
hasta que vuelva a encontraros dispuesta.

Bella Cambelins, el color lo tomaré de vos,
pues es tan sólo vuestro, y vuestra mirada
en donde está el amor,
y aquí hago una cosa arrogante,
pues, en cuanto al color y la mirada,
nada echaré de menos
al poseer los vuestros.
A Midons Aelis (de Montfort)
le pido su manera de hablar, directa y espontánea,
para que a mi fantasma no le falte artificio.

A la Vizcondesa de Chalais, le pediría
que me otorgase sin tardanza
su cuello y sus dos manos,
para seguir mi camino
a Rochechouart,
con pie ligero hasta mi dama Anhes:
viendo que Isolda, la amada de Tristán, no tuvo nunca
guedejas con tal gracia, eres testigo,
aunque de eso ella tiene una gran fama.

De Audiart de Malemort,
pese a que de todo corazón
deseó mi mal,
yo tendría su forma
que tan graciosamente se entrelaza,
intachable porque su amor
no se rompe ni se desvía.
De Miels-de-ben demando
su cuerpo erguido y lozano,
es tan esbelta y joven
que sus ropas la minusvaloran.

Los blancos dientes de Faidita
pido, y la exquisita cortesía
con que ella nos acoge,
y las respuestas que despliega
en su hogar;
de Bels Mirals, el resto,
la alta estatura y la alegría,
cómo lograr que no acontezca,
ella lo sabe bien,
ni un cambio ni un desvío.

Ah, Bels Senher, Maent, finalmente
nada solicito de parte vuestra,
salvo que tengo tal deseo
de este fantasma
como lo tuve por vos, tal llamarada,
y, sin embargo,
antes que tener a otra en mis brazos,
prefiero estrecharos y besaros,
¡Ah, señora, por qué me apartasteis de vos
sabiendo que me teníais tan atrapado!

Ezra Pound, Personae, 1913-1915.

No hay comentarios:

Publicar un comentario