Hay unos sauces quietos
como yo,
desde hace horas.
Pero las hojas de un olmo
-como por un hilo
unidas al olmo
y, sin embargo,
toda la luz del olmo-
se conmueven y brillan
en cuanto sopla el aire.
Sin tocar con sus hojas
ni molestar a nadie,
un único olmo se estremece y baila
por el hombre y los sauces,
quietos desde hace horas.
Héctor Viel Temperley, Humanae Vitae Mia, 1969
lunes, 24 de agosto de 2009
Hay unos sauces quietos
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